Por: Gastón Gastélum Rocha.
De frente ante San Pedro, un abogado escucha la lista de sus pecados terrenales:
Veo aquí –dice San Pedro- que usted defendió a una compañía que produjo la destrucción de una ciudad completa por contaminación ambiental y había pruebas contundentes de la culpabilidad de la misma.
Defendió también a un peligroso asesino, obviamente culpable, por ser un buen cliente que le pagaba bastante bien.
A algunos clientes les cobró excesivamente por sus servicios, además de… Eyt, eyt, por favor –interrumpe el abogado a San Pedro- Es cierto que cometí pecados como todo hombre en la tierra, pero considere también las buenas obras que hice en mi vida…
Mirando en otro listado, dice San Pedro: Cierto que también tiene sus obras buenas, veo aquí que una vez le dio veinte pesos al bolero que lustraba sus zapatos todos los días ¿Eso es cierto?… Cierto!!
Bien, también veo que en otra ocasión le dio diez pesos a un mendigo que tenía varios días sin comer ¿Es correcto?… Totalmente cierto!!! Sí señor—
También aparece aquí que en una ocasión dedicó diez minutos de su tiempo para escuchar a un anciano que estaba en depresión por no tener a nadie en la vida. ¿Es así?… Así es, totalmente cierto!!
Muy bien, recuérdeme usted alguna otra buena obra en su vida terrenal… Pues, pues, la verdad no recuerdo mucho pero seguro que algunas otras cosas buenas habré hecho en la tierra.
Okey, pues mientras lo recuerda, le daremos los treinta pesos que repartió en la tierra, le escuchará sus penas un Ángel los diez minutos que usted dedicó al anciano depresivo y se me va directo al infierno…
UN SIMPLE CHISTE?
Ja, ja, ja, pareciera ser un simple chiste sobre los pecados de un abogado, pero se asemeja mucho a la realidad que vivimos en nuestro paso por este planeta.
Salvo muy contadas excepciones, no será suficiente ni el tiempo que aportes ni el dinero que inviertas en causas ajenas; igual sea por emergencias familiares, por apuros de amistades, por sociedad en empresas o por supuestas “buenas causas” de políticos o grupos de ayuda; tarde o temprano, a aquellos no les será ya necesario ni tu tiempo ni tu dinero, y entonces…
Entonces procura dar sin esperar lo mismo de regreso, hagas lo que hagas, hazlo porque te guste hacerlo, porque te haga sentir bien, porque tienes la posibilidad y porque quieres hacerlo; así sin más ni más… porque…
Cuando menos lo esperes, en el mejor de los casos quizá te regresen algo, pero igual que al abogado, te mandarán de una patada al demonio… nos vemos… o nos escribemos… (imagen del dominio público, tomada de la red)