
CASTIGOS CHINOS
Llega un hombre a un hotel y le pregunta al administrador si tiene una habitación para pasar la noche. El administrador, anciano de 95 años de edad y recién llegado de China, le dice que tiene un cuarto libre en el doceavo piso, pero le advierte que el cuarto de junto es el de su hijita y que si intentaba algo con ella, le aplicaría los “tres castigos chinos”. El hombre, con toda decencia le dice que no se preocupe y que por el contrario el cuidará que nadie se atreva a acercarse al cuarto de la hija. A la hora de la cena baja por la escalera una Chinita Preciosa, Escultural, Pura belleza.
Durante toda la cena, la Chinita no dejó de mirar al hombre en abierto coqueteo, pero este no dejaba de pensar en lo que le dijo el anciano; A la hora de dormir, la tentación fue más grande y a escondidas del anciano, la Chinita lo recibió en su cuarto con todo el amor. Dos horas después, el hombre regresó muy cansado a su cuarto y cayó en la cama como tronco, pero a la mañana siguiente despertó con una roca como de diez kilos sobre su cuerpo y con un papel amarrado que decía: “Plimel castigo chino: loca encima de cuelpo”. Pobre viejo cabrón -pensó el hombre-, como si me fuera a aplastar con esta pinchy piedra, y agarrándola con las manos se levantó y la tiró por la ventana; Al tirar la roca vio otro papel en el marco de la ventana que decía:
“Segundo castigo chino: “loca amalada a huevitos del homble”. ¡¡A la madre!! dijo el tipo asustado, y al ver que la cuerda iba en chinguiza jalada por la roca no lo pensó dos veces y bolas!!, se tiró por la ventana pensando que valía más darse un chingadazo a que se destrozaran sus huevitos. Pero cuando va hecho la mocha “volando” hacia la calle, como en el cuarto piso alcanza a ver un cartel que dice: “Telcel castigo chino: Pitito del homble amalado a la pata de la cama”… Plop!!!
GOLFISTA QUIROPRÁCTICA
Una asoleada mañana de domingo, se encontraban dos mujeres (muy “cueros” por cierto) jugando golf. En uno de tantos tiros, una de ellas le pega a la pelotita y sale volando pa’ donde a nadie le importa, la mujer sigue con la vista la pelota y asustada ve como se dirige exactamente hacia uno de los hombres que se preparaba para su tiro en otro lugar del campo, y claro que la pelotita va y se estrella en uno de los hombres que de inmediato junto las dos manos en su entrepierna (exactamente ahí) y comenzó a rodar por el suelo dando gritos de dolor, con las manos apretadas en su “pizarrín”.
La mujer corrió a donde estaba el hombre y empezó a pedir disculpas de mil maneras. Entonces llegó la otra chica y le dijo: Por favor, déjeme ayudarlo soy Qiropráctica y sé cómo eliminar ese dolor, suéltese ahí y fácilmente le quitaré el dolor. El hombre que nomás gritaba: ¡Ouch, auuuu, nooo! ¡Como duele esta madre!, le contestó: El dolor se me pasará en unos minutos, estaré bien, mientras permanecía en posición fetal tirado en el césped y con sus manos bien agarradas en su entrepierna.
La mujer insistió y finalmente él dejo que lo ayudara. Entonces ella con toda la delicadeza le separó las manos y lo acostó de lado, le desabrochó los pantalones y metió su mano al “pizarrín”, comenzando a masajear con mucha suavidad. Después de unos minutos, le dijo: ¿Se siente bien? ¡Ahhh! ¡Ahhh!, dijo el hombre, ¡se siente fantástico!… ¡¡Pero mi mano me sigue doliendo un chingo!!.
PINCHY PERICO BALCÓN!!!
Una Señora quería comprar un loro pero que hablará todo. Así que fue a la tienda de mascotas, donde la atiende un joven muy amable. Preguntó si tenían algún loro en venta, pero que hablará bien. El joven le dice que el único loro que habla de todo, es uno que había pertenecido a una señora que tenía un burdel, hablaba de todo y se grababa todo en la memoria, pero su vocabulario era muy grosero y vulgar. A la señora no le importó que fuera grosero y dijo que ella le enseñaría a ser educado, así que lo compró y se lo llevó a su casa.
Al llegar, lo sacó de la jaula y el loro luego luego, comenzó hablando: “Nueva casa, nueva madame”. La señora suelta una carcajada, complacida por las palabras del loro y espera ansiosa a que sus hijas lleguen de la escuela para que conozcan el loro. Al llegar sus 3 hijas, el loro las ve y dice: “Nueva casa, nueva madame, nuevas putas”. Las hijas no pueden contener la risa por las ocurrencias del loro y esperan a que su papá llegue para que vea al loro. A la hora de la cena, en cuanto llega el hombre de la casa, el perico lo mira y en calientito dice: “Nueva casa, nueva madame, nuevas putas, pero los mismos clientes… hola Don Beto!!!”.