VIVIR SIN RENCOR

0
462

Que cosa más difícil es poder perdonar, sobre todo en estos tiempos donde la gran mayoría de los mexicanos han sido tocados por la delincuencia, lastimando hasta el fondo de sus entrañas con los hechos violentos en contra de seres queridos o de uno mismo.

Sin embargo, es frustrante vivir con una carga de rencores y más cuando nuestra naturaleza no es de violencia ni de hacerse justicia por propia mano, sino más bien de pensar que todo delincuente tarde o temprano recibirá su castigo, ya sea del sistema de justicia o del juicio divino.

Hay mucha gente atrapada en sus pesares, en sus rencores y hasta en sus culpas; y muchos de ellos tratando de reconciliarse con la vida y perdonar a quien le lastimó pero simplemente “no pueden hacerlo” y viven luchando a diario consigo mismo.

Es cierto que la vida no es justa, que hay muchos que nos lastiman y que nos han hecho daños irreparables, por lo que pensamos que no merecen perdón. Cada vez que pensamos en la persona o en la circunstancia que nos provocó el daño, nos gana el rencor y volvemos a experimentar las desagradables sensaciones de coraje, impotencia, frustración, dolor, ansiedad.

Y es que el rencor es un sentimiento nada agradable, todo eso es basura tóxica que nos causa estragos físicos en la salud corporal, y emocionales en la mente y el espíritu.

Y hayamos sido producto de la evolución, o creados por Dios o por cualquier otro poder, de cualquier forma no estamos aquí para vivir amargados y llenos de rencor, pero entonces ¿Cómo sacar ese rencor? ¿Qué hacer con nuestras heridas si no sabemos o no podemos perdonar?

Por nuestra salud física y mental, y para poder vivir una vida extraordinaria, al menos podemos esforzarnos para cambiar nuestras expectativas acerca del perdón, entender lo que es y lo que no es el perdón.

Perdonar no es un asunto de emociones, de manera que no se trata de sentir alguna empatía por el ofensor para poder perdonarle; y tampoco se trata de excusar, como si aprobáramos lo que hizo esa persona pensando que “tuvo sus razones muy válidas”. No, no necesitamos estar de acuerdo con el ofensor ni tenemos que buscar excusas a su comportamiento.

No significa pues, confiar de nuevo en el ofensor cuando se trata de alguien con quien convivíamos, y menos si el ofensor no se arrepiente como es muy frecuente. El perdón no significa que una relación personal sea restaurada ni mucho menos confiar o tener una relación de amistad con quien nos hizo daño.

No es cosa de olvidar lo que pasó y nos lastimó, pues hay quien piensa que no ha perdonado porque se sigue sintiendo herido y no puede olvidar la ofensa, pero “olvidar”, es simplemente no buscar venganza y dejar que el tiempo ponga las cosas en su lugar sin preocuparnos más por ello.

Perdonar es una decisión personal, es como “condonar una deuda” y si aquello no es “condonable” por las leyes del hombre o de Dios, pues entonces tarde o temprano les llegará su hora.

Claro que la vida nos va haciendo un tanto desconfiados y algo más duros, de ahí que perdonar es todo un proceso, pues decir que perdonamos solo para que ya no estén “jodiendo”, es un perdón superficial que no ayudará a que recobremos la salud física y sobre todo emocional y mental.

Así que en muchos casos tendremos que perdonar una y otra vez, cada vez que la herida surja de nuevo irrumpiendo nuestros recuerdos, habremos de esforzarnos para “soltarla y dejarla ir”.

En resumen, perdonar es algo que se hace por el bien propio y no por la persona que nos hirió. Cuando tú perdonas, te liberas de un gran peso para poder volar en libertad, vivir a plenitud lleno de salud en mente, cuerpo y espíritu.

Recuerda que nadie puede dar lo que no tiene y nadie debe recibir lo que no quiere; así que no permitas que las personas te hieran con sus palabras ni con sus actos, pues no podrán dañarte si tú no les das permiso, al decir adiós a los rencores y vivir la vida extraordinaria a que estás destinado.

Jesús nos enseñó a perdonar “setenta veces siete” (Mateo 18:22). “Abandonen toda amargura, …y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.” Efesios 4:31,32

El mejor regalo que hemos recibido es el perdón de Dios y si Dios te ha perdonado, Dios espera que tú perdones, de manera que nunca tendrás que perdonar a otra persona, más de lo que Dios ya te ha perdonado, para gozar de… una vida sin rencor…

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here